Tomando como punto de partida los desarrollos en torno a la homosexualidad presentes en “Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad” (1922), nos proponemos realizar una relectura crítica de “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” (1920) a los fines de revisar la consistencia de la teoría sobre la homosexualidad entorno a las nociones de género y elección de objeto. Para complejizar el material de análisis se recurre a la lectura de las memorias de la joven homosexual por las biógrafas Rieder, I. & Voigt, D. (2004).
Sidonie Csillag en Caballero de la Rosa. Praga, 1926.
El punto C del primer artículo anteriormente mencionado, donde Freud trabaja la temática de los celos normales y anormales, está dedicado exclusivamente al tratamiento de la homosexualidad. Podemos ubicar algunos factores que contribuyen a su constitución, a saber: 1) La identificación con la madre como desenlace de ese vínculo de objeto y, al mismo tiempo, como modo de permanecer fiel a ese primer objeto. 2) La inclinación a la elección narcisista de objeto. 3) En último lugar se ubica un poderoso motivo para elección homosexual de objeto que es la consideración por el padre o la angustia frente a él que implica la renuncia a la mujer, como “haciéndose a un lado” en la competencia con él. Para Freud (1922)
Vínculo con la madre, narcisismo, angustia de castración: he ahí los factores (en manera alguna específicos, por lo demás) que habíamos descubierto hasta el presente en la etiología psíquica de la homosexualidad, y a ellos se sumaban todavía la influencia de la seducción, culpable de una fijación prematura de la libido, así como la del factor orgánico, que favorece la adopción de un papel pasivo en la vida amorosa (p. 225).
Tomando como referencia los factores identificados por Freud en ese artículo, proponemos realizar la relectura de un artículo escrito dos años antes, “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” (1920) para revisar los supuestos sobre la sexualidad femenina y la homosexualidad presente en el corpus teórico psicoanalítico.
La primera herramienta conceptual que elegimos tomar es la transferencia: podemos ubicar que en el caso de la joven homosexual de Freud cobra relevancia teórica el conector “de”, porque implica la lectura que Freud — desde sus teorizaciones pero también desde la fantasmática contratransferencial — hace de su paciente. Nos llama la atención que en el título del artículo, a diferencia de otros casos clínicos, no aparece un seudónimo para nombrar a esta paciente. Incluso hay diferencia con otros casos como el hombre de las ratas o el hombre de los lobos donde se pone el acento en la cuestión sintomática. En nuestro caso se circunscribe a su orientación deseante, y esto abre la pregunta ¿está ubicando allí su cuestión sintomática? o tal vez, ¿realiza una lectura parcializada porque sólo le interesa explicar la homosexualidad? ¿por qué no nombrarlo, por ejemplo, “Sobre la psicogénesis de un intento de suicidio”?. En el caso de Sidonie, la demanda de análisis no proviene de la paciente, sino del disgusto del padre, quien tras “severas medidas disciplinarias hogareñas” no pudo dominar la “perturbación manifestada” y termina recurriendo a Freud pese al menosprecio por el psicoanálisis. “Y si este camino fracasaba tenía en reserva el más poderoso antídoto: un rápido casamiento estaba destinado a despertar los instintos naturales de la muchacha y ahogar sus inclinaciones antinaturales” (Freud, 1920, p. 143). Es decir, el padre le demanda a Freud que normativice a su hija; tal vez podemos hipotetizar que éste la toma en análisis porque es el deseo de Freud el de avanzar en el entendimiento de la sexualidad femenina y de la homosexualidad. Tengamos en cuenta que los antecedentes sobre homosexualidad los podemos ubicar en el primero de los “Tres ensayos de teoría sexual” (1903) y en su estudio sobre Leonardo Da Vinci (1910), que justamente resulta poco fiable ya que se trata de un psicoanálisis aplicado, pero no de un caso clínico.
Para Freud (1920) “la muchacha no era enferma –no padecía por razones internas ni se quejaba de su estado– y la propuesta no consistía en solucionar un conflicto neurótico sino en transportar una variante de la organización genital sexual a otra” (p. 144). Es curioso que habiendo aseverado que Sidonie no era enferma, aún así, no sólo la toma como paciente para explorar la génesis de la homosexialidad sino que aspira a corregirla. De hecho, la paciente no ubica su orientación deseante como motivo de padecimiento, pero si algo de esto se relaciona con el material de análisis presente, en todo caso, podemos ubicar lo conflictivo de su homosexulidad en las amenazas del padre, el castigo reprobatorio sobre sus inclinaciones, y la sanción social-penal de la época. Su padecimiento, por ejemplo, lo podemos ubicar en el intento de suicidio pero no termina siendo este el foco de exploración. Ese intento es lo que lleva a su padre a recurrir a Freud, y de hecho, suceden dos veces más a lo largo de su vida, pero en este artículo no cobra tanta relevancia.
En relación al tipo de elección de objeto, cabe destacar el distingo que el propio Freud hace entre los caracteres somáticos — los rasgos secundarios del sexo — y la orientación deseante. Dice Freud (1920):
Si esta muchacha bella y bien formada exhibía la alta talla del padre y en su rostro rasgos más marcados que los suaves de las niñas quizás en eso podían discernir indicio de una virilidad somática. A un ser viril podían atribuirse también algunas de sus cualidades intelectuales como su tajante inteligencia y la fría claridad de su pensamiento cuando no la dominaba la pasión. No obstante, estos distingos responden más a la convención que a la ciencia Más importante, sin duda, es que en su conducta hacia su objeto de amor había adoptado en todo el tipo masculino, vale decir, la humildad y la enorme sobreestimación sexual que es propia del varón amante, la renuncia a toda satisfacción narcisista, la preferencia por amar antes que ser amado (p. 148).
Hay una gran lucidez en Freud en señalar el acoplamiento de caracteres somáticos y cualidades psíquicas como producto de una convención social y no de la ciencia, pero a su vez parecería que termina reproduciendo algo de este discurso al ubicar en la modalidad amatoria de la paciente una actitud masculina por la renuncia a la satisfacción narcisista y por amar sin esperar ser amada.
Respecto a la historia libidinal del caso, desarrollada en el segundo apartado, Freud ubica que en un primer momento, entre los trece y catorce años, Sidonie manifestó una predilección por un niñito que veía de manera regular en un parque infantil. Hecho que es leído como una época “dominada por un fuerte deseo de ser madre ella misma y tener un hijo” (p. 149). Cuando este pequeño comienza a serle indiferente, la paciente empieza a mostrar interés por mujeres maduras, “interés cuyas exteriorizaciones le atrajeron pronto una sentida reprimenda de parte del padre (p. 149). Es decir, que hasta acá Freud sostiene que la paciente tuvo un desarrollo normal, marcado por el Edipo positivo, donde se juega el acoplamiento entre feminidad y deseo de ser madre; que luego queda interrumpido por “la mudanza que coincidió en el tiempo con un acontecimiento ocurrido en la familia […]. Un nuevo embarazo de la madre y el nacimiento de un tercer hermano cuando ella tenía dieciséis años (p. 149). Tenemos entonces un abrochamiento de la idea de ser mujer, con ser femenina, heterosexual y con el deseo de ser madre. Se explica la psicogénesis de la homosexualidad de Sidone por el rehusamiento edípico del padre en el momento donde él tuvo un hijo con la madre, creando la hipótesis de marcar la homosexualidad femenina como un fracaso del Edipo positivo.
Dice Freud:
Cuando la desilusión se abatió sobre ella, la muchacha se encontraba en las fases del refrescamiento, en la pubertad, del complejo infantil de Edipo. Se le hizo consciente a plena luz el deseo de tener un hijo, y que fuera varón; que este debía ser un hijo del padre y la réplica de él, no le era permitido como saber consciente. Pero en eso sucedió que recibió el hijo no ella, sino la competidora odiada en lo inconsciente, la madre. Sublevada y amargada dio la espalda al padre, y aún al varón en general. Tras este primer gran fracaso, desestimó su feminidad y procuró otra colocación para su libido (p. 51).
A esto se le suma el componente antes ubicado en el punto C del primer artículo, sobre la consideración por la madre o la angustia frente a ella que implica la renuncia a la varón, como “haciéndose a un lado” en la competencia con ella. Madre que, para Freud, se muestra seductora con los varones y competitiva con su hija. En las memorias esta imagen de la madre se repite, así como el sentimiento de rechazo que la paciente percibe de su madre, junto la preferencia que parecía tener hacia sus hermanos. Sería interesante pensar que algo de esta conflictiva edípica es lo que se repite en su elección de objetos, no por el hecho de que se enlace a mujeres, sino a que elige objetos que no son recíprocos con su amor. A lo largo del caso, y de sus memorias, aparece esta repetición de no ser correspondida por las mujeres o varones que le despiertan interés sexual.
Volviendo a la cuestión de la elección de objeto de tipo narcisista, es necesario ubicar lo expuesto en “Introducción del narcisismo” (1914) donde se plantean dos tipos de elección de objeto: del tipo narcisista o por apuntalamiento sobre el modelo de la madre nutricia o del padre protector. En dicho artículo, Freud refiere que existen personas “cuyo desarrollo libidinal experimentó una perturbación (como es el caso de los perversos y los homosexuales), no eligen su posterior objeto de amor según el modelo de la madre, sino según el de su persona propia. Manifiestamente se buscan a sí mismos como objeto de amor, exhiben el tipo de elección de objeto que ha de llamarse narcisista” (p. 85).
Se propone pensar, para mayor rigurosidad metapsicológica, en dos tipos de elección de objeto: una que recae sobre sobre la mismidad y la otra sobre la alteridad. Pero no necesariamente sobre una alteridad biológica. Así, una persona homosexual puede presentar una elección de objeto por apuntalamiento o narcisista, del mismo modo que una persona heterosexual puede presentar elección de objeto narcisista o por apuntalamiento. Se percibe cierto sesgo en Freud al pensar que aquello que cae por fuera de la normalidad es necesariamente patológico, se puede hipotetizar que de allí viene su necesidad de explicar la homosexualidad. ¿Por qué la mismidad simbólica aparece soldada a la mismidad genital? ¿Por qué sería deseable no revertir sino ampliar sus objetos de deseo a una posición bisexual?
De a momentos aparece un Freud que sostiene cierta expectativa de linealidad entre genitalidad, género, orientación deseante y expresión de género. Y en otros, se adelanta a su época al plantear que “El psicoanálisis se sitúa en un terreno común con la biología en la medida en que adopta como premisa una originaria bisexualidad del individuo humano (así como el del animal). Pero no puede esclarecer la esencia de aquello que en sentido convencional o biológico se llama «masculino» y «femenino» adopta ambos conceptos y se basa en ellos en sus trabajos” (p. 164). Es decir, que se basa en la lógica sexual binaria propia de la ciencia biológica de la época (que en nuestro tiempo ya no puede sostener lo mismo); pero se separa ubicando otra sexualidad, la propia del psicoanálisis.
Respecto de la sexualidad se pueden discriminar tres series de caracteres que no son totalmente superponibles, ya que “hasta cierto punto varían con independencia unos de otros y se presentan en cada individuo dentro de múltiples permutaciones” (p. 163). Las tres series de caracteres derivados de una bisexualidad básica son:
– Caracteres sexuales somáticos (Hermafroditismo físico).
– Carácter sexual psíquico (Actitud masculina o femenina).
– Tipo de elección de objeto.
En esta distinción, Freud se adelanta a lo que años más tarde ubicaron los llamados estudios de género, derivados del movimiento feminista de los 60’, que contrapuso las categorias de sexo y género, ubicando al primero como el componente biológico (genético-hormonal-anatómico) y al segundo como un producto sociocultural e histórico en la construcción de la sexualidad. Y que más adelante avanza sobre otras categorías como la identidad de género, entendida como la convicción personal de pertenecer a uno y otro sexo, y por último, y de manera independiente se ubica la orientación deseante.
Para acercarnos a algunas conclusiones respecto al tratamiento de la homosexualidad, retomamos de Freud:
Si es que (el homosexual) se somete al tratamiento será porque motivos exteriores lo esforzaron a ello: las desventajas sociales y los peligros de su elección de objeto. Pero estos componentes de la pulsión de autoconservación demuestran ser demasiados débiles en la lucha contra las aspiraciones sexuales (p. 145).
En este punto podemos apelar a la diferencia entre autoconservación y autopreservación. Podríamos decir que la autoconservación biológica no tiene representación psíquica directa, sino es a través de los sistemas de representación que el yo toma a su cargo. Y por otro lado, los enunciados autopreservativos, del lado de la identidad del yo, son aquellos que quedan articulado “en sus enunciados de base, a una red que determina su existencia como tal, y que cuando se rompe hace entrar en naufragio al conjunto del aparato y obliga a defensas extremas o conlleva desestructuraciones y restituciones que ya no retornan más a su forma originaria” (Bleichmar, 2002). De esta manera, podemos pensar en situaciones donde la autoconservación queda relegada para sostener la autopreservación de la identidad. Volviendo al caso de Sidonie, vemos que a lo largo de sus memorias aparecen múltiples mentiras: hacia los padres, para seguir viendo a la cocotte, y también en su análisis con Freud (por ejemplo, en el relato que hacía de sus sueños hipócritas pero que en realidad eran encuentros disfrazados con la cocotte). Nos podemos preguntar si esta paciente era una mentirosa compulsiva, o si, tal vez, en la mentira encontraba la única vía de escape a un dispositivo externo y represivo, para así poder asegurar la satisfacción de su deseo. Si hoy en día en nuestro país, en un contexto de avance de derechos humanos, hay multiplicidades de casos de subjetividades violentadas por su orientación deseante o identidad de género, pensando en un psicoanálisis situado, podemos ensayar la pregunta: ¿cómo habrá sido para esta paciente burguesa ser judía y homosexual en una sociedad donde la homosexualidad estaba penalizada?. Pensar la singularidad del caso a la luz de la interseccionalidad, que no es un concepto psicoanalítico sino que viene del feminismo negro, es una invitación a poder acomodar el oído para escuchar el padecimiento. Por un lado, para separar la potencia de la teoría psicoanalítica de los enunciados no científicos que se filtran en su corpus teórico; y por otro, para pasar de poner el foco en explicar la homosexualidad femenina a pensar qué de ese padecimiento está atravesado por este entrecruzamiento de variables (género, orientación desante, clase social, edad, étnia) que si bien no es parte de la fantasía, luego se se termina fantasmatizando y haciendo efecto material y psíquico. Cuando decimos efecto material, nos referimos a las condiciones concretas de la vida de un sujeto en una determinada sociedad, en el acceso a derechos, o penalizaciones por pertenecer a cierta categoría discriminada; y cuando decimos efecto psíquico, volvemos sobre la idea de que la psicopatología sigue y seguirá siendo efecto de la relación entre las representaciones del inconciente y las representaciones del yo, producto de un conflicto. La etiología de la neurosis no la encontramos en el inconciente sino en el modo en que este se articula y relaciona con el yo, en tanto instancia estructurada ideativamente a partir de los discursos de la época.
Bibliografía
- Bleichmar, S. (2002). Las formas de la realidad. 2023, mayo 18, de Topía.
- Freud, S. (1914). Introducción del narcisismo. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S. (1920). Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S. (1922 [1921]): Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. Buenos Aires: Amorrortu.
- Rieder, I. & Voigt, D. (2004) Sidonie Csillag. La “joven homosexual” de Freud. Buenos Aires: El cuenco de Plata.
Deja una respuesta