Teniendo en cuenta que la esencia del Psicoanálisis remite a la capacidad interrogativa y al ejercicio de sospecha, este trabajo buscará realizar un acercamiento a la teoría de la homosexualidad que Freud postula en Tres ensayos de teoría sexual (1905) y su correlato en el texto Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci (1910). El objetivo será diferenciar los núcleos ideológicos que producen puntos ciegos en la teoría de aquellos cimientos del edificio psicoanalítico que nos permiten sostener los paradigmas, a costas de un trabajo por desprendernos del lastre.

El instinto perdido: la potente propuesta freudiana en Tres ensayos.
Para comenzar, resulta interesante retornar sobre el texto de Tres ensayos de teoría sexual (1905) para tomar como punto de partida las tesis propuestas allí. Cabe destacar que, en estos ensayos, se propone uno de los conceptos que va a constituir, póstumamente, uno de los pilares de la teoría psicoanalítica, tal como lo es el concepto de sexualidad y su surgimiento en la infancia.
En el primer ensayo, más específicamente en el segundo párrafo del inicio del mismo, Freud comienza describiendo la noción que la opinión popular y, por tanto, la época tenían respecto de la sexualidad: “faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad y en conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro y su meta sería la unión sexual” (Freud, 1905, p. 123). Sin embargo, dice el autor que la elaboración de esa norma -la cual se crea en un intento de captura de los modos en que aparece y se ejerce la sexualidad- no se apoya en la experiencia, ya que se presentan reiteradas demostraciones de la existencia de numerosas desviaciones que no se adecuan a lo propuesto por esta norma. A continuación de ello, Freud define y separa aquello que se consideran desviaciones respecto del objeto, es decir aquellos casos en los que el objeto no es del sexo opuesto, como en el caso de la homosexualidad, y desviaciones respecto de la meta sexual, cuando la meta no supone la unión sexual o el coito. Luego de ello, Freud llega a la conclusión de que la existencia de tantas desviaciones de la sexualidad respecto a lo que se supone que es la norma que la rige, demuestra que es esta última la que debe ser revisada, ya que no permite dar cuenta de la totalidad o, al menos, de la gran mayoría de los modos en que se despliega la sexualidad.
Esta propuesta, le permite al autor distinguir la sexualidad del instinto, entendiendo a este último como patrón prefijado e inmodificable tal como aparece en los animales, y plantear que la implantación de la sexualidad no tendría un objeto prefijado de antemano a partir del cual pueda hallar su satisfacción, sino que este se va a enlazar, coordinar o soldar a posteriori. En ese sentido afirma: “Probablemente la pulsión es al comienzo independiente de su objeto y tampoco debe su génesis a los encantos de este” (Freud, 1905, p.134). Esta conclusión remite, por tanto, a la idea de que la homosexualidad tiene las mismas condiciones de posibilidad que la heterosexualidad -en tanto ambas categorías son modos de cualificar por parte del Yo el deseo hacia uno u otro objeto, en función del género al que pertenezca el mismo- debido a que su estatus de realidad halla su origen en el carácter no domesticable de la pulsión sexual. Ahora bien ¿por qué Freud elabora, 5 años después, una teoría buscando la psicogénesis de la homosexualidad masculina? ¿No será que la elaboración de esta teoría se encuentra teñida de núcleos ideológicos heterocentrados pertenecientes al régimen de control de la sexualidad propio de la modernidad? En este sentido, revisar los núcleos ideológicos que subyacen al modo en que Freud realiza el acercamiento al objeto que pretende estudiar, se impone como una tarea necesaria para interrogar los puntos ciegos de la teoría y conservar los cimientos del edificio psicoanalítico. Sostener los paradigmas desprendiendo del lastre, diría Bleichmar (2000). Por este motivo, la propuesta de poder pensar las paradojas inherentes a la teoría freudiana respecto de la homosexualidad, supone tener presente que la heterosexualidad obligatoria opera como régimen político y no se reduce a una simple categoría que pretende nominar una orientación deseante. Este concepto implica una naturalización de la heterosexualidad, hecho donde radica la no interpelación de su carácter sino, por el contrario, de todas aquellas identidades que se aparten de ella. De este régimen político se desprende el heterocentrismo como una de las dimensiones ideológicas del régimen que implica un obstáculo a la hora de elaborar una teoría que permita el cercamiento del objeto que se pretende estudiar. Cabe destacar que un pensamiento heterocentrado, no necesariamente implica una actitud heterosexista, vale decir, violenta o discriminatoria respecto de las identidades lésbicas, gays, trans, travestis, bisexuales o queers; si no que radica en un movimiento más sutil por el cual la visión del mundo y de los fenómenos que se pretenden estudiar se observan bajo la lente de la heterosexualidad y, por tanto, le otorgan a esta un carácter “más verdadero” y “más real”. (Caudana, 2020). El hecho de que Freud haya llevado a cabo un movimiento de descaptura notable respecto de este régimen, se evidencia en una nota al pie (1915) agregada en Tres ensayos donde plantea:
La investigación psicoanalítica se opone terminantemente a la tentativa de separar a los homosexuales como una especie particular de seres humanos. (…) El Psicoanálisis considera más bien que lo originario a partir de lo cual se desarrollan luego, por restricción hacia uno u otro lado, tanto el tipo normal como el invertido es la independencia de la elección de objeto respecto del sexo de este último, la posibilidad abierta de disponer tanto de objetos masculinos como femeninos, tal como se la puede observar en la infancia (…). En el sentido del Psicoanálisis, entonces, ni siquiera el interés sexual exclusivo del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento (…). (Freud, 1915, p. 132)
Esta última frase propuesta por el autor es sensacional, pero supone una paradoja con lo propuesto en el texto Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci (1910), donde se intenta rastrear la psicogénesis de la homosexualidad, mientras que en ningún otro texto hay una propuesta tendiente a investigar la psicogénesis de la heterosexualidad; cuestión que indica que Freud pudo descapturarse por momentos, pero su razonamiento sigue siendo heterocentrado.
Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci: una teoría sobre la psicogénesis de la homosexualidad.
En este texto, Freud (1910) testimonia el interés por el personaje de Leonardo Da Vinci. Según los escritos, Leonardo dedica gran cantidad de tiempo a la tarea de la investigación, por lo cual demora o no termina sus obras de arte. Según Freud, su vida sexual no muestra exteriorizaciones, lo cual resulta un rasgo muy peculiar. Dice: “Leonardo era un ejemplo de una fría desautorización de lo sexual que no esperaríamos en el artista o figurador de la belleza femenina” (Freud, 1910, p. 65). En esta dirección, cuando Leonardo dibuja los pechos femeninos, Freud describe que tienen dos defectos y que, uno de ellos, es el anatómico, ya que “el investigador estaba impedido, sin duda por su defensa contra lo sexual, de mirar siquiera una vez con precisión los pezones de una mujer durante la lactancia” (Freud, 1910, p.66). A lo que agrega que los genitales masculinos y el cuerpo masculino eran dibujados con mayor precisión y detalle. Aquí cabe preguntarnos ¿No podría ocurrir que dibuje unos con mayor precisión que otros debido a la excitación de la pulsión de ver que le produce el cuerpo masculino y, por tanto, el interés en la minuciosidad de su retrato? Si bien, luego Freud cita una frase de Leonardo afirmando que el acto del coito y todo lo que se relaciona con él le resulta repelente, cabe preguntarse ¿La ausencia de coito supondría necesariamente la ausencia de lo sexual o una defensa contra ello? ¿No supone una restricción pensar el coito como única práctica sexual cuando en Tres ensayos postula la potente noción de sexualidad en términos ampliados?
Continuando con el análisis, Freud narra que, en uno de sus escritos, Leonardo menciona un recuerdo muy temprano de su infancia en el cual él se encuentra en la cuna mientras un buitre desciende sobre él, le abre la boca con su cola y golpea muchas veces su cola contra sus labios. Este recuerdo es interpretado por Freud como una fantasía que fue construida más tarde y trasladada al tiempo de su infancia. Respecto de ella dice: “la traducción apunta a lo erótico. Cola es uno de los más familiares símbolos y designaciones sustitutivas del miembro viril. (…) La situación contenida en la fantasía corresponde a la representación de una fellatio, un acto sexual en que el miembro es introducido en la boca de la persona usada. Es bastante raro que esta fantasía contenga un carácter tan enteramente pasivo; por lo demás recuerda a ciertos sueños y fantasía de mujeres u homosexuales pasivos (que desempeñan el papel femenino en el acto sexual)” (Freud, 1910, p.80). Respecto de esta interpretación, cabe como primera pregunta: ¿de dónde extrae Freud el material para interpretar esta fantasía?
En el texto La interpretación de los sueños (1900), Freud plantea una diferenciación entre significado y sentido, entendiendo al primero como una traducción fija en base a un código determinado y al segundo como aquel que indica una direccionalidad a explorar que se presenta de manera singular en cada sujeto, dicho de otro modo, el por qué y el para qué de ese sueño o síntoma. Pareciera, en este caso, que Freud interpreta esa fantasía bajo el modelo del significado, donde la cola parecería tener como significado fijo e inamovible el miembro viril, sin que Leonardo se encuentre inserto en el dispositivo analítico, lo cual brindaría las condiciones para extraer esta u otra interpretación, partiendo de la premisa de que la interpretación debe estar basada en las asociaciones del/ de la analizado/a. Avanzando un poco más en la interpretación freudiana, el autor agrega la tarea que queda pendiente respecto a la interpretación de esta fantasía. Refiere: “Averiguar por qué este contenido mnémico fue refundido en una situación homosexual. La madre que amamanta al niño -mejor: de quien el niño mama- se ha mudado en un buitre que introduce su cola en la boca del niño. Sostuvimos que la cola del buitre no puede significar otra cosa que un genital masculino.” (Freud, 1910, p. 87). Más adelante, continúa: “La atracción erótica que partía de la persona de la madre culminó pronto en la añoranza de sus genitales, que él tenía por un pene. Con el discernimiento, adquirido solo más tarde, de que la mujer no posee pene, esa añoranza a menudo se vuelca súbitamente en su contrario, deja sitio a un horror que en la pubertad puede convertirse en causa de la impotencia psíquica, de la misoginia o de la homosexualidad duradera” (Freud, 1910, p. 90).
De lo expuesto nos surgen algunas preguntas, ¿La homosexualidad es entendida como un déficit? ¿Es pensada como una inhibición de la sexualidad? ¿Es pensada como un síntoma? Si es así, ¿Qué es lo que estaría reprimido, la corriente heterosexual por el horror del descubrimiento de que la mujer no tiene pene, entonces el sujeto se vuelca a la homosexualidad? ¿Por qué equipara la impotencia psíquica, la misoginia y la homosexualidad duradera? Aquí también se deja entrever la presencia de un pensamiento heterocentrado, en donde la preocupación radica sobre “la homosexualidad duradera”.
A continuación, Freud establece una clara teoría sobre las condiciones y la génesis de la homosexualidad masculina:
Todos nuestros varones homosexuales habían mantenido en su primera infancia, olvidada después por el individuo, una ligazón erótica muy intensa con una persona del sexo femenino, por regla general la madre, provocada y favorecida por la hiperternura de la misma y sustentada, además, por un relegamiento del padre en la vida infantil. Sadger ha destacado que la madre de sus pacientes homosexuales era a menudo una marimacho, una mujer con enérgicos rasgos de carácter capaz de expulsar al padre de la posición que le corresponde; en ocasiones yo he visto lo mismo, pero he recibido una impresión más fuerte de aquellos casos en que el padre faltó desde el comienzo o desapareció tempranamente, de suerte que el varoncito quedó librado al influjo femenino. De todos modos, parece como si la presencia de un padre fuerte asegurara al hijo varón, en la elección de objeto, la decisión correcta por alguien del sexo opuesto. Tras ese estadio previo, (…) el amor hacia la madre no puede proseguir el ulterior desarrollo conciente y sucumbe a la represión. El muchacho reprime su amor por la madre poniéndose él mismo en lugar de ella, identificándose con la madre y tomando a su persona propia como el modelo a semejanza del cual escoge sus nuevos objetos de amor. (…) Decimos que halla sus objetos por la vía del narcisismo (…). (Freud, 1910, p.93)
Ahora bien, ¿qué entiende por identificación en este momento de la obra? ¿Se refiere a lo que póstumamente definirá como identificación primaria o como identificación secundaria? Años después de este texto, concretamente en el artículo “Psicología de las masas y análisis del Yo” (1921) Freud define a la identificación como la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva con otra persona y plantea que esta primera ligazón ya es posible antes de toda elección sexual de objeto. Este tipo de identificación la denomina primaria y remite a la lógica del ser, es fundadora de la subjetividad, lo cual supone que habría una transformación total en aquel modelo que se incorpora. En este sentido ¿esta identificación supondría necesariamente una elección homosexual u heterosexual posterior o estaría más vinculada a la identificación de género? ¿La identificación primaria es a la anatomía del primer objeto o es a los enunciados que este propone? Suponer que la identificación es a la anatomía, sería subsumir lo psíquico a lo anatómico, perdiendo de vista los modos singulares de representación de la anatomía a partir de la propuesta de enunciados identificatorios que son anteriores al reconocimiento de la diferencia anatómica y, por tanto, al reconocimiento del carácter fálico del pene, en este caso. Siguiendo este planteo, es digno de destacar que la identificación primaria correspondiente a la tópica del Yo, supone una primera inscripción de la diferencia y es anterior al ingreso en la fase fálica donde se comenzará a definir el destino de las corrientes eróticas. “El intento de marcar la homosexualidad o las elecciones sexuales en relación a tiempos vinculados con el abrochamiento a la madre, el abrochamiento al padre, creo que confunde, nuevamente, las cuestiones de género identitarias con las elecciones de objeto” (Bleichmar, 2014, p.262). En Leonardo, se presenta claramente que durante la época en la que se constituye el Yo y el género como uno de los elementos de la identificación primaria, él se encuentra solo al cuidado de la madre. Es decir que, siendo la madre quien propone los enunciados identificatorios, Leonardo logra la asunción de una identidad signada por el género masculino; cuestión que es totalmente independiente de cómo se despliega la corriente erótica y de cómo se cualifica por parte del Yo el investimento erótico hacia uno u otro objeto.
Por otro lado, Freud podría estar refiriéndose a lo que posteriormente nomina como identificación secundaria, la cual tiene la particularidad de que no define el núcleo del yo, sino que remite a la lógica del tener y, por tanto, consiste en la incorporación parcial del objeto modelo, donde no hay una transformación completa en el modelo, sino que incorpora algunos rasgos de este. En este sentido, se puede pensar que en Leonardo la identificación con la madre estaría dada por la incorporación del rasgo relativo al modo de amar, ya que ama a los hombres tal como la madre los ama, pero ¿esto supone necesariamente que se tome a sí mismo como modelo y elija a sus objetos por vía del narcisismo?
Aquí ingresamos en otro tema respecto del cual es interesante separar los puntos ciegos de la teoría vinculados a sesgos ideológicos de aquellos cimientos que resultan fecundos para pensar la clínica. En el texto Introducción del Narcisismo (1914), Freud plantea que tanto los perversos como los homosexuales no eligen su objeto según el modelo de la madre, vale decir por apuntalamiento, sino que se buscan a sí mismos como objetos de amor y exhiben el tipo de elección que denomina narcisista. Ahora bien, ¿Qué quiere decir que se toman a sí mismos como objetos de amor? Más adelante en el texto, el autor plantea que todo ser humano tiene abiertos frente a sí mismo ambos caminos para la elección de objeto, pudiendo tomar uno u otro. Luego, describe que según el tipo narcisista se ama a lo que uno mismo es, a lo que uno mismo fue, a lo que uno querría ser o a la persona que fue parte del sí mismo propio; esto quiere decir, que con ello se prioriza un rasgo que pasa a tomar a su cargo la totalidad de la elección, lo cual puede ocurrir tanto en vínculos heterosexuales como homosexuales. Bleichmar (2014) se interroga respecto a qué es lo que comanda esta elección de lo idéntico, si implica una búsqueda de la identidad en todos los aspectos o es una imagen en la cual la presencia de algunos elementos son tomados como representantes de la totalidad. En “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia” (1911) Freud introduce el concepto de narcisismo como etapa libidinal entre el autoerotismo y el amor del objeto, proponiendo que, en esta etapa, el individuo se toma a sí mismo como objeto de amor, a su propio cuerpo y que aquí “puede ser que los genitales ya sean lo principal. La continuación de ese camino lleva a elegir un objeto con genitales parecidos (…). Respecto a quienes luego serán homosexuales manifiestos, suponemos que nunca se han librado de la exigencia de unos genitales iguales a los suyos en el objeto” (Freud, 1912, p.56). En este sentido, resulta muy interesante poder pensar cuál es el rasgo que define lo idéntico y el problema se presenta cuando los genitales son los elementos que definen lo idéntico o la diferencia, tomándose como un aspecto parcial que definiría la totalidad de la elección en todos los casos, en lugar de poder ubicar qué papel representa ese rasgo en la singularidad de cada caso. Por lo tanto, el punto sería pensar en si el sujeto solo puede amar por ese atributo idéntico a sí mismo o ama por una totalidad donde el atributo es solo un elemento que la conforma.
En los debates propuestos respecto de esta paradoja se deja entrever el lugar que ocupaba, ya en esa época, la diferencia anatómica como paradigma para pensar la diferencia en términos más amplios y, de qué manera, la constitución psíquica es pensada alrededor de lo que sucede con el pene, entendido como el atributo fálico que garantiza la completud narcisista.
A la luz de estos impasses freudianos es que resulta necesario poder hacer una revisión crítica de ellos a partir de las exigencias que la clínica nos propone en la actualidad, a los fines de no seguir repitiendo las mismas teorías dogmáticas, sino poder pensar otras que “permitan recuperar la creatividad y la osadía de los inicios y desplegar la potencia transformadora de una teorética y una praxis que surgió para mitigar el sufrimiento psíquico y no para encarnar en la voz rediviva de los dispositivos de normativización” (Blestcher, 2018, p.27).
Bibliografía
- Bleichmar, S. (2000). Sostener los paradigmas desprendiéndose del lastre. Una propuesta respecto al futuro del psicoanálisis. 2023, mayo 26, de Aperturas psicoanalíticas . Sitio web: http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=0000130
- Bleichmar, S. (2014). Las teorías sexuales en Psicoanálisis: qué permanece de ellas en la práctica actual. Buenos Aires: Paidós.
- Blestcher, F. (2018). Transidentidades, transexualidades, transgéneros: una lectura sintomática de la clínica psicoanalítica. Revista Topía. XXVIII. N°82, pp 26-27.
- Caudana, C. (2020). Heterosexualidad obligatoria en Psicoanálisis. Un análisis epistemológico del núcleo heterocentrado de la teoría. Sitio web: https://www.elsigma.com/genero-y-psicoanalisis/heterosexualidad-obligatoria-en-psicoanalisis-un-analisis-epistemologico-del-nucleo-heterocentrado-de-la-teoria/13692
- Freud. S., (1900). La interpretación de los sueños. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S., (1905). Tres ensayos de teoría sexual. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S., (1910). Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S. (1911). Puntualizaciones sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S. (1914). Introducción del narcisismo. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Buenos Aires: Amorrortu.
- Freud, S., (1922). Sobre los mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la homosexualidad. Buenos Aires: Amorrortu.
- Rich, A. (1996). Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana. DUODA Revista d’Estudis Feministes núm 10.
- Wittig, M. (1992). El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Barcelona: Egales.
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